lunes, 27 de junio de 2011

EL MAL PASTOR: MONSEÑOR SETIÉN SEGÚN MARIA SAN GIL

Una reflexiones a raiz de un artículo publicado en el Blog Religión en Libertad, del siempre inteligente Luis Antequera. Se trata de una alusión a las recientemente publicadas memorias de Maria San Gil (“En la mitad de mi vida”) en las que esta valiente mujer alude a una figura hoy bastante olvidada en el infierno vasco: el obispo Setién.

Las líneas de Maria San Gil son muy interesantes y esclarecedoras en los detalles, aunque el fondo hediondo de Setién y otros como él era bien conocido por cualquiera que tuviera ojos para ver y oidos para escuchar.

Creo que algunos prelados vascos han conseguido lo que Stalin no culminó: que muchos fieles nos alejemos asqueados de una iglesia que no supo dar la talla cuando tenía que hacerlo. Siempre he opionado que no bastaba con recurrir a reconvenciones privadas o a textos teológicos enrevesados y polisémicos. Los fieles necesitaban saber de que lado estaba el pastor: de los lobos o de las ovejas. En esa tesitura era preciso que la Conferencia Episcopal hubiera parado a los lobos en seco y con toda la publicidad posible, empezando por las parroquias. Es lo que no han dudado hacer en otras ocasiones ante desvarios menos "vitales" de pastores menos significados. ¡Hasta Jesucristo perdió alguna vez los estribos y recurrió al latigo contra quienes con sus obras mancillaban el Templo! (y solo comerciaban con baratijas ¿que no habrá hecho con Setién y sus víboras?).

A Setién se le ha pretendido disfrazar de un "luchador por la Paz". Sin embargo, creo que la Paz jamás se ha conseguido aliandose con los verdugos, ni con quienes sistematicamente la vulneran. Es evidente que con esa condescendencia pueden lograrse otras ventajas: perpetuarse, prolongar un cierto estatus, evitar ser atacado y sobrevivir cobardemente mientras otros mueren a causa del silencio de quienes deberían ser justos. Que nadie piense que eso es ´´luchar por la paz´´. Otro pastor bien distinto; Martín Niemöller, lo dejó escrito en su conocido poema: ´´primero vinieron a por los comunistas ...´´
 
Pero ¿que es lo que escribe Maria San Gil y que suscita estas líneas?
 
“ETA ha conseguido durante años imponernos su ley del silencio y, por miedo o por comodidad, hemos accedido a ello. Como sociedad hemos dejado mucho que desear, pero nuestras instituciones no han dado mejor ejemplo. Y no sólo me refiero a las instituciones políticas, porque en el País Vasco incluso la institución eclesiástica ha adolecido de falta de ejemplaridad e incluso de falta de caridad cristiana.



La foto del Obispo Setién pasando de largo delante de los hijos de José María Aldaya concentrados para pedir la liberación de su padre y no deteniéndose para darles unas palabras de ánimo y consuelo es demoledora. Setién, entonces Obispo de San Sebastián, se dirigía la mañana del 20 de enero de 1996 a la basílica de Santa María, en el corazón de la parte vieja donostiarra, a celebrar la misa del día de San Sebastián, y pasó delante de la concentración que hacían los hijos, familiares y amigos de Aldaya en la que pedían su liberación. No se dignó mirarlos. Unos hijos que sufrieron el via crucis de tener a su padre secuestrado por ETA durante 341 días. ¿Por qué? Debería ser él quien contestara, pero aquel gesto no ayudó a mejorar la imagen que de Setién teníamos gran parte de los fieles. De Setién sabíamos, entre otras cosas, que durante los funerales prohibía dentro de las iglesias la bandera española sobre los féretros de los guardias civiles asesinados por ETA. [...]

Me parecía increíble que Setién, mi obispo, no fuera más solidario con nuestro dolor y por eso creí que teniendo una reunión con él y explicándole directamente cuales eran nuestras circunstancias, su actitud cambiaría. Pero en absoluto fue así. Le puse el ejemplo de lo que sufría mi madre, pensando que me podía pasar algo y que nunca, a pesar de ir todas las semanas a misa, había recibido una palabra de consuelo o de ánimo. “¿Cómo voy a saber que tu madre sufre si no me lo cuenta?” Esto es lo que me contestó. Quizás las madres de los presos de ETA sí le contaban sus penas, porque les llegó incluso a ceder los bajos de la catedral del Buen Pastor para que hicieran sus encierros.

Como somos gente educada, la entrevista terminó de forma correcta, pero recuerdo que bajé con los ojos llenos de lágrimas al darme cuenta de que, a pesar de formar parte de la grey, a mi “pastor” le importábamos bastante poco. Me llegó a decir: “¿Dónde está escrito que hay que querer a todos los hijos por igual?”. Yo entonces, ya era madre de dos niños, y nunca he dudado de que los quiero a los dos por igual, aunque sean completamente diferentes. Pero mi obispo me dejó muy claro que, para él, había fieles de primera y fieles de segunda. O sea, como los vascos, que los hay de primera, que suelen ser los nacionalistas, y de segunda, que somos los no nacionalistas” (op.cit. pág. 24-25).