jueves, 28 de junio de 2012

ALEGATO CONTRA EL FUTBOL


Ayer escribí en mi muro de Facebook lo siguiente: “Otro año más batiendo mi record de no haber visto un partido de fútbol en mi vida (48 años). Ni uno y no exagero. Hasta hace unos años era por puro desinterés. Ahora sumo al nulo interés, un cierto esnobismo al reconocerme miembro de una reducida comunidad de friki-resistentes (menos del 0,2% de la población que JAMAS ha visto un partido)”.

El comentario abrió –es lo que pretendía- un divertido y amistoso debate acerca de las ventajas e inconvenientes del fútbol. Trataré de sintetizar mis puntos de vista y, sobre todo las razones de mi desafección al “Deporte Rey”.

1. Hay quien afirmó "¡Tu te lo pierdes!" y ello me lleva a analizar el concepto de pérdida. La idea de pérdida viene definida por el valor que demos a lo perdido. Nadie consideraría que pierde a la semana kilos de detritus cuando recogen la basura de la puerta de su casa. Más bien se libera de ellos. Me explico: Ayer, durante las horas de partido (y sus prolegómenos y ruidoso epílogo) pude realizar varias actividades que valoro mucho más que el fútbol. En ese sentido, más que perdida yo tengo la sensación de obtener ganancias.

2. Otros amigos consideraron que "los extremismos siempre son malos", refiriéndose a mi negativa a ver partidos de fútbol. Niego la mayor. También soy extremista al no aceptar el totalitarismo o respetando a los Derechos Humanos y, en ambos casos, creo que se trata de un “extremismo” más bien bueno. No hay que confundir gustos o preferencias con extremismos. Eso seria una postura extrema. Si, efectivamente, algún día mis hijos gustaran del futbol, no me quedará más remedio que acompañarles (durante unos años) a los partidos. El amor de un padre supera ciertas filias y fobias y el interés de mis hijos  -y solo eso- haría que yo me animara a visitar un campo de futbol. En todo caso, a Dios pongo por testigo de que tratare de sembrar en mis hijos todo lo necesario para que sepan que hay otros mundos más allá del fútbol. Y luego que elijan en libertad. No les ocultaré la existencia del fútbol (¿cómo hacerlo en una sociedad subyugada mediáticamente por ese negocio?) pero no lo exaltare, ni lo promocionare. Mis padres no vieron nunca fútbol (sin duda alguna esa es la razón de mi desafección) pero me rodearon de otras maravillas. Les estaré siempre agradecido por ello. Lo que hoy se, admiro, las cosas sobre las que escribo, lo que busco, anhelo y disfruto es el resultado de las semillas que ellos cultivaron en nuestra hogar. Ni mejores ni peores que otras, pues cada hombre ha de encontrar su camino de entre los muchos que la vida ofrece. Lo importante es saber que otros mundos más allá del fútbol y después –y solo después- elegir en cuales se desea vivir.

3. La vida es demasiado corta y hay demasiadas cosas bellas a nuestra disposición para que me decante servilmente por el fútbol. Si, servilmente; esto es, plegándome sin objeción a la decisión caprichosa de un nuevo Señor Feudal que decide cuando debo interrumpir mi vida para dedicarle mi tiempo, mis energías y mis aplausos o abucheos a sus mesnadas durante unos torneos cada vez más invasivos y abundantes. Cuando decido leer un libro, disfrutar de una pintura, un concierto o una película no hay nadie que me obligue a parar mi vida para hacerlo tal día a tal hora. Soy yo, en libertad, quien decide cuando empiezo y termino. El fútbol no permite ese pequeño acto de soberanía sobre miles de horas de nuestras vidas breves. Si, miles de horas. Multiplicad las 2 horas de cada partido (y no incluyo el pre y post + los periódicos + los programas de TV/radio) por el numero de partidos vistos al mes o año y comprobareis el tiempo dedicado. Un rápido repaso al catálogo de la oferta futbolera, puede centrar la cuestión: Liga Española de Fútbol (incluidas la 1ª, 2ª y 3ª división, así como las regionales), Copa del Rey, Supercopa, Copa Federación, Copa de Liga, Copa del Mundo de la FIFA, Torneo Olímpico de Fútbol, Eurocopa (y luego las sub-21, Sub-19, etc), Copa FIFA Confederaciones, … En fin, un santoral cuya observancia rigurosa (como suele suceder debido a la presión mediática y social) somete al acólito –a cientos o miles de partidos a lo largo de su vida. Insisto en que se trata de preferencias y gustos personales. En mi escala de gustos el fútbol va inmediatamente después de "pasear descalzo por un vertedero de basuras" y antes de un “recital privado de Luis Aguilé”

El tiempo es un bien muy escaso y rechazo el fútbol porque tengo la seguridad de que el día que me llame la Parca no habré podido leer todos los libros reseñados y pendientes de leer, ni escuchar o descubrir toda la música bella que se ha compuesto, ni gozar de obras de arte ocultas que aún esperan ser descubiertas, ni ver tanto cine deslumbrante que ilumina el alma (o al menos, ciertas almas), ni hablar todo lo que quise con mis hijos, ni reunirme como hubiera deseado con todos aquellos a quienes quiero y que tarde o temprano se irán marchando, ni habré podido escribir todo lo que quisiera, ni habré aprendido a tocar bien el piano ... Por eso, a causa de esa "vida breve", cuando dedico mi tiempo en ciertos placeres trato de que la "afición" no se convierta en "adicción" y que el placer sea realmente gozoso.

El fútbol no me gusta: me aburre y me parece ruidoso, repetitivo y cada vez más mecanizado y visceral. Hay también otras "delicias" que no me gustan y que igualmente evito: la cerveza, el tabaco, la televisión (viví sin ella hasta los 36 años) o los toros, por poner solo unos pocos ejemplos. Quienes si disfrutan con ellas me insisten en que debo repetir, probarlas más, insistir obcecadamente hasta llegar a amarlas. Y yo me pregunto: ¿Qué necesidad tengo de amar la cerveza, o el tabaco o el fútbol si me lo paso en grande con otros vicios? Y ello me lleva a escribir algo obvio: no me gusta el fútbol, pero tengo la fortuna de disfrutar con millones de otras cosas (como seguro que también le sucede a tantos futboleros). En consecuencia, no necesito que el fútbol ocupe un espacio en mi vida (a pesar de los denodados esfuerzos de los medios de comunicación para que no sea así). No pasa nada, es una simple cuestión de prioridades y gustos (que como sabiamente nos recordó Clint Eastwood: "son como los culos: cada uno tiene el suyo"). No pretendo con ello ser o parecer mejor que quien si disfruta con el fútbol. Casi todos mis mejores amigos y familiares son "futboleros" y del mismo modo que ellos entienden mi posición, yo lo hago con la suya. ¡Solo faltaría!

viernes, 22 de junio de 2012

CUATRO RAZONES PARA NO APOYAR A LOS MINEROS

Empiezan a proliferar por internet imágenes idealizadas de mineros encapuchados, barricadas, puños en alto y rostros petreos cual estatua estalinista. Suelen ir acompañadas con textos de apoyo a los mineros, plagados de frases hechas y tópicos revolucionarios de otros siglos (¡que conservadores se han vuelto los progresistas!). Pues bien, HAGO CONSTAR QUE YO NO APOYO A LOS MINEROS y ello por varias razones:

(1) Es una profesión que arruina tu salud a los 40 años. ¿Por que ese empeño en proteger un trabajo insalubre y penoso en vez de reciclarse a industrias o sectores mas saludables? También desapareció el trabajo de limpiador de letrinas y nadie del gremio en su sano juicio protestó por dejar de limpiar de mierda los antiguos pozos negros... En este sentido los mineros son extremadamente conservadores.

(2) Es caro, improductivo, de mala calidad y ... contaminante (hola ecologistas ... ¡Toc, toc! ¿Hay alguien ahí?)

(3) No me gusta la gente violenta, y mucho menos en democracia cuando hay otros medios. El "romanticismo" trasnochado de las barricadas estaba bien en 1917. Hoy es una basura fascista o comunista (que tanto montan) impropia de un demócrata. Llevar casco de minero no te inmuniza contra el virus fascista..

(4) Subsidiar a nuestra poco competitiva minería es impedir el desarrollo de paises mas pobres cuyos mineros (esos si!) no tienen otras alternativas laborales y cuyo trabajo es mejor que el nuestro. Las subvenciones a nuestra minería son una competencia desleal con los paises pobres (que detalle mas incómodo, verdad?)

Por estas 4 razones yo no apoyo a los mineros.

lunes, 18 de junio de 2012

LAS VEGAS EN ESPAÑA: ¡BIENVENIDO MR. ADELSON!

Sheldon Adelson, uno de los hombres más ricos del mundo y presidente del emporio de casinos y complejos turísticos Las Vegas Sands, quiere reproducir su fórmula de hacer dinero en España. El proyecto español de Las Vegas Sands, que ya está presente con complejos similares en Estados Unidos, Macao y Singapur, contempla la edificación de un macrocomplejo con cuatro hoteles de lujo, 12.000 habitaciones en total. Habrá salas de cine, teatro y reuniones; casino; centros comerciales; restaurantes, gimnasios, piscinas y campos de golf.. El grupo sostiene que en 2025 el proyecto en España habrá generado 30.000 millones de euros; más de 260.000 puestos de trabajo y que atraerá a 11 millones de turistas. La compañía considera que atraerá especialmente a ciudadanos europeos, rusos y de Oriente Próximo.

¿Realmente nos interesa? No cuestionaré las cifras económicas pues si políticos de diversas comunidades autónomas andan peleándose por ver quien concede más privilegios al magnate norteamericano, lo lógico es pensar que un Las Vegas español debe de ser un negocio muy lucrativo. La Comunidad Valenciana (concretamente Castellón y su abigarrado complejo lasvegasiano “Marina D’Or”) acaba de unirse a esta competición concesionista para atraer la mirada de Mr. Sheldon Adelson, el amigo americano. La ocasión merece parafrasear a mí paisano Berlanga con un ¡Bienvenido Mr. Adelson!

Aunque soy favorable a la iniciativa privada y a la creación de empresas, confieso que éste tipo de negocio me resulta muy cuestionable desde el punto de vista de su balance social. Desde hace muchos años defiendo la legitimidad de las empresas socialmente responsables. ¿Lo es este tipo de negocio que pretenden injertarnos?

Hay una razón que me lleva a sospechar de su legitimidad desde el mismo proceso negociador: La oferta por parte de nuestros representantes políticos de “zonas francas”, en virtud de las cuales podrán sortearse nuestras leyes. Será legal si así se legisla, pero no me parece legítimo. Por ejemplo, me parece inaceptable transigir con aspectos legales y morales tan relevantes tales como:

1. Los menores podrán entrar en los casinos
2. Inobservancia de la “Ley del tabaco”, una ley a la que, por cierto, siempre me he opuesto pero que una vez aprobada debe ser acatada por todas las empresas, no solo por algunas. Si la ley es absurda y paternalista, deróguese. pero deróguese para todos, no solo para Mr. Adelson.
3. Exenciones fiscales

No en vano el sector del juego (de azar) es sistemáticamente excluido de todos los fondos éticos (no confundir con los "solidarios"). El juego no solo genera ludopatía (muy a menudo entre quienes menos recursos tienen, pues perciben la máquina tragaperras como un potencial salvavidas), sino que además suele ir asociado a otras prácticas y consumos muy poco recomendables (alcohol y prostitución) que, a su vez, atraen a las mafias de todo tipo. Basta una mirada a los países de origen del turismo esperado, para hacerse una idea aproximada del tipo de cliente que vamos atraer.

No se trata de moralina barata; simplemente creo que España debería destacar en I+D+I, el único sector realmente viable en el siglo XXI, y focalizarnos a este tipo de negocio arcaico (aunque indudablemente muy lucrativo) y  tan alejado de nuestra cultura empresarial creo que es un retroceso y a la larga nos pesara. Sus externalidades negativas son muchas y precisamente por ello, creo que no conviene a la mayoría de los españoles.

Creo que procede terminar con la letra de la famosa canción consagrada por Berlanga y cantada por Lolita Sevilla, Manolo Morán, Pepe Isbert y resto de comparsa en su inmortal Bienvenido Mr. Marshall(1953).

“Los yanquis han venido,
olé salero, con mil regalos,
y a las niñas bonitas
van a obsequiarlas con aeroplanos,
con aeroplanos de chorro libre
que corta el aire,
y también rascacielos, bien conservaos
en frigidaire…

ESTRIBILLO

…Americanos,
vienen a España
guapos y sanos,
viva el tronío
de ese gran pueblo
con poderío,
olé Virginia,
y Michigan,
y viva Texas, que no está mal,
os recibimos
americanos con alegría,
olé mi madre,
olé mi suegra y
olé mi tía.
El Plan Marshall nos llega
del extranjero pa nuestro avío,
y con tantos parneses
va a echar buen pelo
Villar del Río.
Traerán divisas pá quien toree
mejor corría,
y medias y camisas
pá las mocitas más presumías”

¿VIOLENCIA MACHISTA?


¿Por que esa manía de añadir calificativos a la incalificable acción de matar? "Violencia de genero" (que en español debiera mas bien ser "violencia de sexo" o "violencia contra la mujer") y últimamente "violencia machista".

¿Es que solo un machista puede matar a una mujer? Quien es capaz de matar a una mujer no es necesariamente machista (del mismo modo que quien asesina a un marroquí no es necesariamente racista), pero si es siempre un asesino. Dejemos de "adornar" lo que ya lleva el peor calificativo posible: ASESINO. ¿O es que resulta que va a ser peor ser machista que asesino?

Puestos a ponerle etiquetas a mi me parece mucho mas ajustada la de "Violencia doméstica", pues con ella se engloba la agresión de un miembro a otro de la pareja, con independencia de su sexo: pensemos en casos entre parejas homosexuales o los supuestos, de momento, minoritarios (un 5% de los casos) de mujeres que agreden -física y psíquicamente- a su pareja. Pero eso, nuestro Código Penal ya lo tiene contemplado cuando en su artículo 23 trata el “parentesco” como agravante en los delitos contra las personas y contra la libertad sexual. Esta agravante ya ha sido aplicada por el Tribunal Supremo contra un gay que degolló a su pareja al apreciar que existió una “relación de afectividad” definida por una relación “asimilada a la matrimonial”, ya sea la pareja heterosexual o, como era el caso, homosexual, y por el hecho de que el delito tuvo relación directa o indirecta con el vínculo de relaciones o comunidad de vida de ambas personas (fuente de la noticia: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/03/24/actualidad/1332584826_718972.html)