jueves, 3 de octubre de 2013

HOLOCAUSTO, NAZISMO Y LA CAJA DE HERRAMIENTAS

"Es inaceptable comparar el Holocausto con el secesionismo catalán".

Así de tajante se muestra en octubre de 2013 un representante del estado de Israel contra quienes de forma genérica asocian nazismo a cualquier delito o incluso "mala práctica" (y yo creo que el secesionismo se está encauzando muy mal y por tanto es una mala práctica).


Creo que Israel está en lo cierto por dos razones:

1. El Holocausto no tiene parangón; esto es, no es comparable con ningún otro horror. No hubo ni hay en la historia un crimen tan terrible, tan calculado, tan sangriento, tan enorme y ejecutado en tan corto espacio (desde enero de 1942 a abril de 1945). Cualquier comparación resta trascendencia al Holocausto y lo trivializa.

2. El respeto a las víctimas de la Shoah obliga a ser muy cuidadosos con el uso que demos a las palabras. Abusar de ellas para referirse a cualquier mal (en minúsculas) puede vaciar de significado el concepto de Mal (con mayúsculas).

Ser violador, torturador o asesino está muy mal, pero ser genocida es algo cuanti-cualitativamente peor. El Holocausto aglutina y supera aquellos vicios y los focaliza contra millones de personas por el simple hecho de haber sido demonizadas. Ser genocida es el Mal en estado puro, por muy banales que quisiera ver Hannah Arendt a sus perpetradores. Es muy habitual ver aplicadoel término “genocidio” a muchos crímenes que son otra cosa. Otra cosa mala, pero otra cosa.

Sin embargo, aunque el Holocausto es producto del nazismo hay que tener cuidado de no emplear ambas ideas como si fueran intercambiables. Es cierto que no puede haber Holocausto sin nazismo, pero el nazismo no es solo Holocausto. El nazismo -siendo el Holocausto su peor monstruosidad (ocioso es repetirlo) - es muchas más cosas y todas ellas abominables en diversos grados. Mientras que el Holocausto afectó principalmente al pueblo judío y a los escasos valientes que intentaron ayudarles, el nazismo afecto al hombre libre, fuera gentil o judío.

El nazismo -como cualquier totalitarismo- intentó acabar con las libertades y la vida de cualquiera que se saliera del asfixiante corsé de su cosmovision de odio y paraísos imaginarios. El nazismo aplastó con igual eficacia al comunista, al intelectual desafecto, al general insumiso, al gitano, al médico humanitario, al homosexual, al católico practicante, al objetor de conciencia, al Testigo de Jehovah y hasta al SS asqueado de su trabajo.

Y para aplastar con esa eficacia tan mortal e inusitada, el totalitarismo nazi (también el soviético, como bien demostró Nolte) emplearon unas herramientas de contundencia probada. Veamos que incluye la "caja de herramientas" del totalitarismo:

1. Agitación y propaganda (en la URSS “agitprop”), mediante la calculada manipulación de las masas. Tomar la calle como prueba fehaciente de que cualquier idea del Partido es la encarnación y la voluntad abrumadora del "Pueblo", sin pararse a pensar que siempre existirán excedentes de "Pueblo" suficientes para llenar cualquier calle. Las mismas calles de Berlín que en 1940 se llenaban de miles de enfervorizados nazis, en 1950 se llenaban de millares de enfervorizados camaradas comunistas.

2. Una tupida red de comisarios, agentes secretos, organizaciones juveniles, sindicatos, paramilitares y de "sociedades amigas de..." encargadas de monitorizar cada centímetro de la vida pública y privada. Nada era más edificante que un hijo delatando a sus padres y verlo en los documentales afirmar orgulloso como había denunciado a su familia por ser anti alemanes (en el III Reich) o anticomunistas (en la URSS).

3. Terrorismo paraestatal (antes de la toma del poder) y de Estado (una vez usurpado el poder) como fórmula rápida y sencilla de eliminar toda oposición y disidencia y de neutralizar todo atisbo de reacción. El miedo neutraliza y acalla la voz del ciudadano normal.

4. Leyes excluyentes cínicamente camufladas como "protectoras" frente al agresor exterior o interior. El "victimismo" como justificación de deudas históricas, la compensación por afrentas ancestrales nunca prescritas y el agravio como negocio.

5. Perversión del lenguaje, un factor esencial de todo totalitarismo, como demostró magistralmente el filólogo judío Klemperer. Asesinar pasa a ser "ejecutar" o "erradicar los fundamentos biológicos", un judío se deshumaniza y pasa a ser un "infrahumano", la eutanasia es "muerte por compasión"...

6. Demagogia en su sentido más estricto de "halagar los oídos del pueblo" y vertebración de un discurso simple y primario (asimilable por el ortegiano "hombre-masa") basado en la raza, la sangre, el suelo (nazismo), el credo (islamismo),  la clase (comunismo) y el rentable "victimismo".

7. Invención de un pasado dorado, con héroes nacionales y un enemigo terrible y poderoso causante siempre del infortunio presente. La invención -incluso forzando al máximo los hechos históricos - es esencial para aglutinar al pueblo y predisponerlo a ser comparsa del agitprop. Nada une más que un enemigo exterior. Si no existe el totalitarismo no tardará en inventarlo. Desgraciado el país, la raza o el credo que haya sido identificado como "enemigo" pues todo lo que haga u omita tendrá siempre un perverso objetivo. ¿Me perdonas la deuda? ¡Quieres humillarme!; ¿No me la perdonas? ¡Tratas de asfixiarme!

8. Control de todo el aparato estatal especialmente de las escuelas (la mente de los niños es maleable y son las futuras bases del agitprop), las organizaciones sociales y religiosas (llegaron a crear una "Iglesia del III Reich"), las publicaciones (alineamiento editorial de la numerosísima prensa, bajo la inspiración del Ministro de Propaganda o, recurriendo a Orwell, del "Ministro de la Verdad") y de los medios de comunicación de masas (radio y cine)

9. Dar la vuelta a la tortilla, presentando el crimen y la ilegalidad más brutal como actos inevitables de "legítima defensa". Pegar un tiro en la nuca a un aristócrata polaco no era un crimen; sino una "ejecución" de un terrorista con la que se habría salvado la vida de miles de inocentes y puros alemanes.

10. Apariencia de legalidad. Cuando la guerrilla y el terrorismo callejero no funcionan y no permiten la toma violenta del poder (como si lograron los Soviets en Rusia) el totalitarismo simula respetar las reglas del juego democrático para destruirlo desde dentro y con sus propias armas.

Hay más herramientas en esta caja, por supuesto, pero estas son las indispensables. Quien porte esa "caja de herramientas" no es trigo limpio. ¿Alguien se imagina una causa legítima, democrática o humanística recurriendo a estas terribles tretas? Resulta difícil visualizar a Martin Luther King, a la madre Teresa o a Erasmo de Rotterdam sirviéndose de ellas. Ni siquiera Maquiavelo se habría atrevido a llegar tan lejos y en todo caso Maquiavelo habría tenido la justificación histórica de escribir a inicios del siglo XVI en una Italia destrozada por guerras internas y externas.

Si analizamos estas 10 "herramientas" nazis, es fácil encontrar numerosas concomitancias entre todas las ideologías totalitarias, fundamentalistas y excluyentes (y yo creo que los nacionalismos son excluyentes) y es desde ese prisma - y solo desde ese- desde el que resulta legítimo recordar que tales instrumentos TAMBIEN fueron aviesamente empleados por los nazis.

Con ello no quiere afirmarse -relajémonos quienes no queremos olvidar el Holocausto- que el nacionalismo vasco (no creo que el secesionismo catalán sea todavía parecido) sea exactamente igual que el nazismo. No; lo que se dice es que recurre a las mismas herramientas que el nazismo y solamente por eso ya debiéramos estar alerta.

Calificar de tácticas nazis las que ha empleado el terrorismo de ETA y hoy en día su franquicia Bildu (herramienta 10: estrategia de legalidad) no supone identificarlos con el nazismo ni por supuesto menospreciar a sus víctimas sino asociar sus métodos sin hacerlo con sus fines, que son obviamente distintos aunque también execrables.

El nazismo asesino sistemáticamente por una idea disparatada de pureza racial y de "Reich Milenario" y para ello recurrió a las diez herramientas que antes expuse. ETA asesino -y seguirá haciéndolo- por una idea de independencia y de retorno a una edad dorada que solo existió en la imaginación de sus sicarios y trovadores. Y para alcanzar ese paraíso borroso de humo y sangre, el nacionalismo forjado en el terrorismo no ha dudado en emplear la mayoría de instrumentos tan queridos para el totalitarismo.

No son nazis, por supuesto, pero trabajan con la misma "caja de herramientas".